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Los párpados y los ojos conforman la mirada y son el centro de atención de nuestro rostro, donde recae la atención de quienes nos rodean. Su cirugía requiere, por tanto, de un especial gusto estético para conseguir un rejuvenecimiento sin modificar el rostro propio de la persona.

La cirugía palpebral es un perfecto binomio de ARTE y TÉCNICA, donde los resultados estéticos deben estar siempre supeditados a la SEGURIDAD y a la importante función que los párpados realizan: la protección del globo ocular.

La piel de los párpados es la más fina de nuestro cuerpo. A diferencia de otras áreas, donde la misión de la piel es, básicamente, recubrir tejidos como músculos o huesos, los párpados constituyen la primera y principal protección del sistema visual. No solo deben envolver el globo ocular, sino permitir un MOVIMIENTO NATURAL de apertura y cierre, que permita la hidratación de la superficie del ojo. Es indispensable que, tras una cirugía palpebral, la posición y motilidad de los párpados y las pestañas sean anatómica y funcionalmente PERFECTAS.

Aunque las técnicas actuales de BLEFAROPLASTIA han evolucionado hasta alcanzar una cirugía exitosa y segura en manos expertas, como toda cirugía pueden producirse complicaciones, que en este caso repercuten fundamentalmente sobre el globo ocular, sus músculos y nervios. Por ello, el cirujano que realiza una blefaroplastia debe saber prevenir y tratar todas las alteraciones que puedan recaer sobre el sistema visual, siendo los oftalmólogos especializados en la cirugía oculoplástica los más capacitados.

La cirugía básica para un oftalmólogo es la cirugía de catarata, un procedimiento que se realiza en el interior del ojo y que requiere de una medición preoperatoria de gran precisión, pulso excepcional y máximo cuidado de los tejidos corporales. Estos mismos principios son los que deben regir en una cirugía de párpados: exhaustiva EVALUACIÓN PREOPERATORIA, PRECISIÓN y DELICADEZA.

La creciente investigación y desarrollo de nuevos tratamientos y técnicas en el área periocular, obliga a una VALORACIÓN INDIVIDUAL de cada paciente, escuchando sus demandas, para poder analizar y explicar las diferentes opciones a sus problemas, ajustando los distintos procedimientos a sus necesidades, y siempre con HONESTIDAD en los objetivos que se pueden alcanzar.

Solo de este modo, reconociendo las NECESIDADES DEL PACIENTE y teniendo unos ELEVADOS conocimientos de la anatomía periocular y de las técnicas, junto con una especial sensibilidad estética, se pueden alcanzar los resultados deseados.